jueves, 4 de junio de 2009

El día en que nació Alma.

Pues mañana hace seis meses del gran día, y me cuesta creerlo. Ha pasado tan rápido que asusta pensar que el tiempo va a volar siempre así a partir de ahora. Pero lo que sí es cierto es que todo lo que queda fuera de aquí, de mi casa, mi Santi y mi Alma ha perdido importancia; trabajo, economía, etc. todo eso dura lo que un suspiro en cuanto nos podemos sentar los tres a disfrutar y a aprender unos de otros.
Quiero contar cómo nació Alma fundamentalmente por dos razones; la primera es que ha sido la experiencia más importante, más intensa, más bonita de mi vida y quisiera recordarla cada día. Por eso, intentar ordenar los acontecimientos y ponerlos por escrito me va a resultar un placer enorme. La otra razón es altruísta; cuando yo estaba embarazada y se acercaba el momento del parto, se convirtió en una obsesión buscar en la red experiencias de otras madres, me encantaba leer partos e imaginarme como sería el de Alma, así que si alguna futura madre pone en google "parto", espero que en algún sitio haya un enlace hasta aquí, porque tengo tan buen recuerdo de ese día que seguramente animaré a mucha gente que tenga miedo al gran momento. Así que allá voy.


Dos días después de la última entrada aqui, el día 4 de diciembre, fue un día bastante horrible; ya pasaba casi una semana entera desde la fecha probable de parto y el peso, el dolor general, el malestar, la ansiedad...empezaban a hacer mella. Me pasé el día con la lágrima fácil y sintiendo que no podía más, que no podría aguantar otro día. Era jueves así que esa noche me acosté sola y Santi se bajó a trabajar al pub. No recuerdo si dormí bien o mal, pero como ya era común me desperté sobre las seis de la madrugada sabiendo que ya no podría dormirme. Me quedé en la cama tranquilamente y entonces pasó algo; llevaba semanas pendiente de cada dolorcillo, de cada movimiento extraño, de cada sensación, pero este dolor llegó tan progresivamente que cuando lo noté ya llevaba un buen rato ahí. Eran algo parecido a leves dolores de regla, que venían y se iban, y al poco volvían. Me encantaría poder transmitir lo que sentí: una mezcla indescriptible de calma, emoción, la tranquilidad de saber que aquello ya se acababa y a la vez unos nervios inmensos al pensar en qué iba a pasar a partir de este momento. Y es que hasta ahí mi horizonte estaba en el momento en que iba a notar las famosas contracciones, así que todo lo que pasara a partir de ese instante era sorpresa. Tras unos veinte minutos o media hora y cerciorarme de que las contracciones no paraban desperté a Santi, que llevaba escasas tres horas durmiento, pero que se despertó inmediatamente. Me levanté, dispuesta a pasar una tranquila mañana en casa hasta que consideráramos que ya era el momento de ir al hospital, pero entonces Santi se dio cuenta de que había una mancha de sangre en las sábanas. Es curioso pero no me asusté; Alma se movía igual que siempre y no tenía nada parecido a malas vibraciones, así que ni por un momento pensé en que podía pasar nada malo pero decidimos irnos al hospital, para que los profesionales decidieran.
Me duché, llamé a mis padres, despertamos a Ramón para explicarle lo que pasaba, cogimos las bolsas y nos fuimos. ¡Llevaba semanas soñando con el momento de colgarme por fin el bolso para irme al hospital! A todo esto el dolor era muy soportable, dolorcillo más bien, así que aunque el coche estaba algo lejos, decidimos ir caminando y tranquilamente. Ahora me hace gracia recordar que íbamos contando los minutos entre contracción y contracción, FALSO MITO Nº1: las contracciones van acercándose entre sí a medida que se acerca el momento del parto. Las mías se mantuvieron a una distancia de entre tres y cuatro minutos aproximadamente las 20 horas que duraron. Y digo aproximadamente porque al final difícilmente se podía llegar a contar el tiempo entre una y otra.
Llegamos al hospital sobre las 8:00 y dije las palabras de las que más me he arrepentido en toda mi vida: "buah, pues si esto son las contracciones, que exagerada es la gente", jejeje que gran error no callarse la boquita a tiempo y fiarse de millones de mujeres durante toda la historia. Las contracciones van intensificándose de tal forma que no te das cuenta, es todo tan poco a poco, tan progresivo que cuando te ves en el paritorio te preguntarías -si tuvieras fuerzas para preguntarte algo- cómo has llegado a estar en esa situación.
Así que me dijeron que fuera a donde las correas hacía una semana (ver post del 2 de diciembre) y con mi euforia y mi cartilla de embarazo me dirigí hasta el principio de la odisea. Para empezar en este momento, Santi ya se tuvo que quedar en la sala de espera hasta que alguien confirmara o desconfirmara (¿desmintiera?) que estaba de parto o que había posibilidades de que lo estuviera en breves. El momento es algo difícil, no me imagino la sensación de estar en una sala llena de tíos esperando a que alguien te diga durante interminables horas si efectivamente va a nacer tu hij@. Pero más difícil es parir, jejeje. Ese día me sentí grande, la persona con más suerte del mundo, invencible. Allí estaban todas las embarazadas cumplidas pero sin señales de parto muriéndose de envidia porque yo ya me retorcía levemente cada pocos minutos. Me pusieron las correas, pasí el rato, me hicieron salir, pasó el rato, me hicieron un tacto, me hicieron salir, pasó el rato, conté mi historia y mi hemorragia a varias matronas y ginecólogas diferentes, pasó el rato...Finalmente alguien salió y me guió a una habitación individual, después sabría que era una sala de dilatación. "Hemos decidido que te vas a quedar" felicidad. "Te vamos a volver a poner los monitores aquí tranquilamente porque nos ha parecido que con cada contracción el corazón de la niña se acelera" bajonazo. "Pero puede pasar algo?" "Por eso te quedas, para que no pase nada" sentimiento neutro. "Y la hemorragia?" "Ah bueno, eso no parece nada..." ¿?¿?¿?
Si tengo que ser sincera en ningún momento tuve sensación de peligro ni impresión de que fuera a pasar nada malo. Por fin dejaron entrar a Santi y le conté lo que me habían dicho intentando transmitirle a él también mi positividad, porque realmente era eso lo que sentía y no quería que nadie se alarmara ni que pudiera parecer que algo iba mal. Supongo que es algo hormonal, algo que te impide pensar que todo va a ir mal, que va a pasar algo, que te bloquea la tendencia a no querer seguir adelante. Fue VALOR lo que experimenté y era VALOR lo que necesitaba.
Finalmente se confirmó que no había ningún problema, ni con el corazón ni con la hemorragia, pero como ya estaba ingresada, me tenía que quedar. La misma matrona que me había hablado de la posibilidad de algún problema volvió a contarme otra milonga: bueno, te tienes que quedar, si hoy no te pones sola de parto, mañana te lo provocaremos. "Pero, si estoy con contracciones desde hace horas. ¿De verdad es posible que esto esté así hasta mañana?" Mi mente me hacía preguntas e intentaba racionalizar, procuraba pensar "bueno, ellas son las médicas, si creen que esto no es que vaya a parir, pues ellas sabrán que lo habrán visto millones de veces" pero mi cuerpo estaba completamente seguro de que todo seguiría adelante y Alma no tardaría en nacer, o al menos nacería de forma natural sin tener que esperar a que me lo provocaran. El cuerpo de una mujer es muy sabio, amiguitas, y si una escucha, en momentos así, es capaz de entender y adelantarse a muchas cosas. Mi recomendación es dejarse llevar, pensar en las generaciones y generaciones de mujeres que se han dejado llevar y no han tenido matronas y enfermeras en las que apoyarse; ellas han dado a luz mejor que nosotras y sólo han tenido que escuchar y hacer caso a su cuerpo.
Después de esto me llevaron a una habitación de planta. Y allí pasé aproximadamente hasta las ocho de la tarde. Fue un día largo pero precioso. Santi y yo nos pasamos el día caminando por la planta, pasillo arriba, pasillo abajo, riéndonos, imaginando qué estaría haciendo Alma y cómo sería. Parábamos con cada contracción y él me sujetaba para que pudiera relajarme al máximo y pasara rápido. Tuve mucha suerte, pude darme dos o tres duchas calentitas cuando el dolor ya era mucho más intenso. Pude tumbarme, volver a levantarme, pasear más...Cuando llegaron las ocho de la tarde tuve un ataque de debilidad. Mi sueño era dar a luz de la forma más natural posible, pero llevaba tantas horas con dolores que decidí pedir que me pusieran la epidural. Por fin me sacaron de la planta y me llevaron a los paritorios. Me metiron en una sala de dilatación y comprobaron cómo iba. Estaba dilatada pero poquito y no era fiable poner la epidural. Esperaron un poco y volvieron a comprobar la dilatación. Accedieron a ponerme la anestesia. Entonces empecé a dudar...yo no quería epidural. "Ahora no te muevas nada de nada de nada. Si te vas a mover avisa. No respires, si viene una contracción avisa..." Fue el momento más agobiante y estresante del día, completamente antinatural. "Viene una contracción..." ni siquiera podían esperar a que pasara del todo, ya volvían a manipular tubos y sueros y mi espalda. "Yo no quería esto...pero duele tanto" Y felizmente todo terminó. No pudieron ponerme la anestesia porque no encontraban la médula o algo parecido. No me gustó nada ver la sala de dilatación llena de gente, no poder estar con Santi, así que fue un alivio saber que finalmente iba a ser todo natural. Todos se fueron y volvió Santi, y fue el principio del fin. A partir de ese momento todo empezó a ir mucho más rápido. Allí no tenía sitio para pasear, así que me tenía que conformar con estar de pie, pero poco a poco las fuerzas me iban flaqueando y pasaba más tiempo sentada. Una matrona me rompió la bolsa y entonces tuve otra sorpresa; El líquido amniótico no sale todo de una vez, sino que sigue saliendo y saliendo de vez en cuando durante horas ¡cómo puede haber tanto líquido ahí dentro! Monitorizaron a Alma poniéndole una ventosita en la cabeza (usad un poco la imaginación para saber cómo), no me gustó nada, cada vez que usaban la tecnología en mi parto me causaban algún tipo de estres o ansiedad. El problema de la monitorización era que de vez en cuando dependiendo de mi posición, dejaba de oirse su corazón y me ponía muy nerviosa. Menos mal que estaba Santi conmigo, porque no creo que hubiera podido pasar por todo eso sola.
Por fin llegaron las últimas contracciones, las que dan ganas de empujaaaaaaaaaaaaaar, y siguiendo con los falsos mitos, no hay ninguna matrona ahí diciéndote ¡empuja! ni nada de eso. Tu empujas y punto porque tu cuerpo te lo pide, y como siempre el secreto está en hacer caso al cuerpo. Por fin Santi la vio!!!! Vio su cabeza asomar, y llamó a las matronas. Y todo se desencadenó, en cuestión de minutos, me llevaron la paritorio, yo oía las conversaciones, veía a Santi, todo fue muy rápido, la matrona me dijo que me tendría que hacer episiotomía, yo pensé que me la había hecho ya y sin embargo Alma salió con dos empujones y sin que me hubiera cortado, yo solita me desgarré un poco. Pero a esas alturas no sentí nada de aquello. No puedo explicar la sensación de felicidad inmensa, paz, alivio, Alma estaba sobre mi, ya no dolía nada, lloraba pero se calmaba cuando yo la mecía. Santi la llamó y al hablarle dejó de llorar. Era la personita más preciosa del mundo y ya estaba aquí, después de tanto esperarla. Todo lo que vino después no existió porque Alma estaba conmigo...salimos de allí y ella ya iba cogida al pecho, estaba alimentándola. No hay palabras para describir todo aquello. Y desde entonces Alma es la razón por la que todos los días abro los ojos y la última cosa en la que pienso antes de dormir.
Me gustaría que todas tuvierais la oportunidad de pasar por la experiencia de dar a luz y que intentéis vivirla a tope, sintiéndolo todo, viviendo cada instante sin drogas, ni máquinas, ni gente alrededor que no aporta nada al momento. Os pediría que fuerais valientes para no tirar la toalla en los momentos más duros tanto del parto como de las primeras horas con vuestros hijos, que confiárais en vuestro propio cuerpo, que pensárais en la lactancia natural como primera opción porque dejándoos llevar seguro que las cosas saldrán bien. Que no tuviérais miedo a hacer algo mal porque la naturaleza no os va a dejar equivocaros y que obvieis comentarios y actitudes obviables a vuestro alrededor.
Es un momento vuestro, de vuestra pareja y por supuesto y sobre todo de vuestr@ hij@. Así que disfrutadlo.

3 comentarios:

Malenita dijo...

Puf. Com m'has emocionat. Realment crec que el teu text servirà a moltes dones que estan esperant un fill i a moltes que estem desitjant que el nostre moment arribi ja. Tot just avui he mirat el blog i he vist el teu comentari: m'ha fet molta il.lusió tornar a saber de tu, perquè et tinc al cap molt sovint. Un petó

Núria Ballester dijo...

Ayoooo! això no es fa! M'has fet plorar! Sempre he pensat que eres valenta, aquest text no fa més que confirmar-ho!
De veritat ja han passat sis mesos? buf, com passe el temps... No saps les ganes que tinc de vore a Alma, deu ser tan guapa!
Mos veem aquest estiu! Besitos als tres!

Laura dijo...

Quina preciositat!! quin moment més màgic no? quan m'ho vas contar per telèfon només me vaig quedar en lo dolorós que va ser tot plegat però després de llegir-te tinc més ganes de passar per aquest procés (si cap).
A més, amb totes les meditacions i practiques que faig vull arribar a eixe punt al que vas arribar tu; escoltar el cos, viure el moment, passar de manipular la teua Sabiduria innata amb comentaris de la gent....Preciós dona de la terra, dona sàbia.

Però segons tu va bé tenir al papi al costat no? pff adios a ser mare soltera jejej